A principios de verano nos visitó
un niño de un campamento saharaui llamado Eliú, al llegar a casa se sorprendió
al ver que al pulsar el interruptor se encendía la luz y que al abrir un grifo
salía agua; me dijo que quería llevarse el grifo a su campamento y que su familia
no tuviera que ir dos horas andando a un pozo a por ella. Acabado el verano se
marchó al desierto con tristeza, pero a la vez con alegría por volver a ver a
su familia. Me invitó a su campamento y comprobé que vivían en tiendas de
campaña con poca comida, no tenía colegio ni hospitales y poca ropa. Me di
cuenta de la suerte que tenemos por vivir en Ubrique, me despedí de Eliú y
volví a mi pueblo con tristeza de haber comprobado como vive el pueblo
saharaui. ¡Hay que ayudarles!
Juan de Dios Venegas García,
sexto de primaria.
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