Los árboles



Esta imagen significa que si las personas talan los árboles, nosotros también moriremos, porque las plantas dan oxígeno y ese oxígeno lo respiramos nosotros; si no tuviéramos ese oxígeno no podríamos vivir.
Si quitamos la vida a un árbol o a cualquier tipo de planta, es como si nos quitásemos la vida a nosotros mismos, por ello, tendría que haber leyes que controlaran la tala de árboles, los incendios… Hacerle daño a la naturaleza es hacernos daños a nosotros, ella nos da la vida. Sin la naturaleza no estaríamos vivos, en vez de talar árboles deberíamos de plantar más y así podríamos vivir mejor.

Carmen García Herrera, alumna de 6º de Primaria

Adaptación de un cuento



Adaptación de un cuento:    “Caperucita Roja”

Érase una vez… ¡Un cuento al revés!
Érase una niña llamada Caperucita Roja, pero no como todos la conocemos: amable, dulce, responsable… No, era irresponsable, rebelde, mentirosa…
Un día su madre la mandó a la discoteca donde su abuela trabajaba de DJ, pinchadiscos; para llevarle un Monster Energy, un Red Bull y unos Doritos. La abuela parecía una joven más: llevaba tatuajes y piercing. Cuando llegó Caperucita a la discoteca, la abuela molona, estaba triste; Caperucita le preguntó qué le pasaba tomándose un Rockstar y la abuela le contestó:
-         Ya no soy tan famosa y me han quitado el puesto dos niñas que pinchan los discos con los dedos de los pies.
     ¡No es justo! Dijo la abuela llorando.
-         ¡No pasa nada abuela! Contestó Caperucita.
De repente entró por la puerta un lobo que era exactamente igual que la abuela, en el sentido de que llevaba tatuajes…
Entonces el lobo gritó:
-         Auuuuh ¿Tú eres la DJabu Milonga?
-         Sí. Contestó la abuela.
-         ¿Te gustaría trabajar conmigo en la disco Milán?  Soy el lobo de los tatuajes y también soy DJ.
-         Síííí. Contestó la abuela.
A los dos días firmaron el contrato, y la abuela debutó esa misma noche.
La madre de Caperucita estaba triste porque no tenía pareja para ir a la discoteca Milán donde comenzó a trabajar la abuela. Cuando fue a tomar café con las amigas, en el bar entró un leñador muy guapo y su madre se enamoró de él y el también se enamoró de ella. Fueron juntos a la disco y la abuela y el lobo dejaron que Caperucita pinchara un rato. Cuando acabó la velada le dijo a su madre:
-         “Mami” voy a dejar los estudios, voy a ser DJ.
-         Mamá “porfa”.
-         Síí, de acuerdo. Dijo su madre.
Y al final Caperucita empezó a trabajar y la abuela ahora está muy contenta de trabajar con su nieta.


María García Gómez, alumna de 6º de Primaria.

Mis vacaciones



A principios de verano nos visitó un niño de un campamento saharaui llamado Eliú, al llegar a casa se sorprendió al ver que al pulsar el interruptor se encendía la luz y que al abrir un grifo salía agua; me dijo que quería llevarse el grifo a su campamento y que su familia no tuviera que ir dos horas andando a un pozo a por ella. Acabado el verano se marchó al desierto con tristeza, pero a la vez con alegría por volver a ver a su familia. Me invitó a su campamento y comprobé que vivían en tiendas de campaña con poca comida, no tenía colegio ni hospitales y poca ropa. Me di cuenta de la suerte que tenemos por vivir en Ubrique, me despedí de Eliú y volví a mi pueblo con tristeza de haber comprobado como vive el pueblo saharaui.  ¡Hay que ayudarles!

Juan de Dios Venegas García, sexto de primaria.

Dos maneras de vivir



  
           Un verano una niña saharaui decidió venir a Andalucía para pasar unos días con mi familia, la niña se sorprendió al ver tanto derroche, ella pensó que con ese derroche en su país serían ricos. Al finalizar su estancia en Ubrique decidió invitarnos a su campamento en la provincia de Tinduf (Argelia) para que viésemos su manera de vivir. Fuimos y nos dimos cuenta de que era verdad lo que decía, derrochamos cosas sin necesidad, en cambio a ellos les vendría bien para mejorar sus vidas. Nos tenemos que dar cuenta de todo eso, debemos pensar un poquito y ponernos en su lugar.
Hay que ser solidarios con los necesitados.

            María Moreno Sánchez, sexto de primaria.